viernes, 24 de abril de 2009

LA COMPETICIÓN

Cuando la popularidad de la Pildora del Liderazgo empezó a aumentar, apareció una entrevista con el Jefe Eficaz en la primera página de The Leadership Times que fue reproducida por diversos medios a escala nacional. El Jefe Eficaz, crítico acérrimo de la pildora, estaba convencido de que su composición no era adecuada.

—El problema de la Pildora del Liderazgo son sus ingredientes. Las IPL han intentado infundir a su producto lecciones clásicas de liderazgo, pero parece que no han extraído el material debido —declaró—. He observado a personas que toman la pastilla y solo les preocupa obtener resultados. Los jefes verdaderamente eficaces también se ganan la confianza y el respeto de los miembros de su equipo. Se destacan por motivar a los demás y darles a entender que lo que hacen es importante.

Los comentarios del Jefe Eficaz produjeron preocupación por la Pildora del Liderazgo y suscitaron gran demanda de información en las oficinas centrales de las IPL. Ante la creciente confusión, el director ejecutivo de la empresa fue a ver a la jefa de relaciones públicas.

—¿Qué está pasando? —preguntó—. Cuéntamelo en menos de sesenta segundos. Ya llego tarde a la partida de golf.

—Para abreviar, el Jefe Eficaz está empeñado en que nuestra pastilla tiene defectos. Propone una competición sin pildoras para demostrarlo —explicó la jefa de relaciones públicas.

—Vamos a ver, vamos a ver... ¿Cómo que el Jefe Eficaz? —preguntó pensativo el director ejecutivo—. ¿Ese tipo va en serio?

—El Jefe Eficaz es un pope muy respetado en el mundo empresarial desde hace décadas. Su punto de vista sobre el liderazgo se resume en este mensaje en forma de pildora que se publicó con la entrevista —dijo la jefa de relaciones públicas mientras le daba el artículo al director ejecutivo:

"Dirigir a las personas es lo contrario de intentar controlarlas."

—Ese Jefe Eficaz debería modernizarse un poco —dijo el director ejecutivo—. Ya nadie dirige a nadie sin pastillas. A ver si se entera.

—Antes de que entraras estaba hablando por teléfono con él —dijo la jefa de relaciones públicas—. Está empeñado en celebrar una competición sin las pildoras. Dice que los medios de comunicación se han puesto en contacto con él para que haga pública la propuesta en una rueda de prensa. Al día siguiente aparecerá en los periódicos.

—Pues qué bien. Ya me estás contando cómo va a funcionar esa competición —masculló el director ejecutivo.

La jefa de relaciones públicas guardó silencio unos segundos. Después dijo:

—Es una especie de prueba de gustos: ser jefe con o sin pastillas. Un jurado independiente seleccionará a dos equipos con funciones diversas, de baja productividad, con mal servicio de ayuda al cliente y moral muy baja. El Jefe Eficaz dirigirá uno de los equipos, con el objetivo de cambiarlo por completo durante un período de doce meses sin tomarse ni una sola Pildora del Liderazgo.

—¿Y el otro equipo? —preguntó el director ejecutivo.

—El otro equipo servirá como grupo de comparación y estará dirigido por un jefe que trabaje actualmente en la organización, que se abstendrá de tomar la pastilla hasta el comienzo de la competición —explicó la jefa de relaciones públicas—. Después, tomará religiosamente la pastilla durante un año, mientras intenta que el grupo de comparación pase a ser un equipo de alto rendimiento.

—Venga, lo dirás en broma —replicó el director ejecutivo con desprecio—. El Jefe Eficaz lo lleva claro. Sin las pildoras perderá, seguro. Esta competición puede ser nuestra campaña publicitaria sobre la necesidad de la pildora para la supervivencia de los jefes. Voy a poner a trabajar a los del equipo comercial ahora mismo. Notifica a ese Jefe Eficaz que aceptamos el reto. Va a ser pan comido.

Y así se hizo oficial la Competición sin Pildoras.

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