viernes, 24 de abril de 2009

EL IMPERATIVO DE LA COLABORACIÓN

Los resultados del primer trimestre de la Competición sin Pildoras se hicieron públicos en un comunicado de prensa proporcionado por el jurado independiente. Mientras que el grupo dirigido por el Jefe Eficaz había realizado continuos progresos en la forja de la integridad, sus tres principios básicos no mejoraban tan rápidamente como en el caso del grupo de comparación.

—Contamos con unos cimientos sanos para el crecimiento —declaró el Jefe Eficaz ante los periodistas—. No seríamos realistas si pensáramos que podíamos pasar de ser un equipo disfuncional a otro de alto rendimiento en solo noventa días. No hay que darse por vencidos.

Por su parte, el grupo de comparación de la competición mostró logros significativos en los tres campos de rendimiento. El jefe de ese equipo, que tornaba las pildoras continuamente, como estaba planeado reci_ bió felicitaciones por su decisión, su convicción y confianza.

«Que el mundo entero sea testigo de la fuerza de la Pildora del Liderazgo —proclamó el director ejecutivo de las IPL en una entrevista por televisión—. El servicio de atención al cliente, la moral y la productividad están mejorando día a día. Y también la rentabilidad. ¡Es una pastilla muy potente!»

Las existencias de las IPL saltaron a la sección de las noticias favorables. Los titulares de todos los periódicos más importantes anunciaron el éxito de la pildora. Los tabloides sacaron temas de portada con títulos sugerentes como «La pastilla del siglo», «Una ayudita para l0s jefes» y «El medicamento más fiable de EEUU».

El Jefe Eficaz no se dejó intimidar por la considerable ventaja del grupo de comparación ni por el hecho de que hubieran salido disparados y aún siguieran en cabeza. Lo primero que hizo al principio del segundo trimestre de la Competición sin Pildoras fue una visita nocturna a las instalaciones de producción de su equipo.

—¿Qué te trae por aquí en el turno de noche? —preguntó el encargado—. ¿Qué pasa? ¿Alguien se ha olvidado de fichar?

—Tranquilo, que no muerdo —aseguró el Jefe Eficaz. —Entonces, ¿a qué viene esta visita? —anadió el encargado.

—Para ver si podía echar una mano esta noche. No he tenido la oportunidad de conoceros a todos y he pensado que estaría bien presentarme así —contestó el Jefe Eficaz.

—Pues debe de gustarte pasarlo mal —insistió el encargado.

—A lo mejor tienes razón, pero no se me caen los anillos por meterme en faena —dijo el Jefe Eficaz.

Estuvieron bromeando un rato y después el Jefe Eficaz se puso a hacer cosas. Al final del turno, el encargado le dijo en un aparte:

—Es un paso muy importante para fortalecer la colaboración entre los trabajadores y la dirección. Esta noche nos has demostrado a todos que valoras lo que hacemos.

El Jefe Eficaz se quedó un poco más para tomar café y bollos con el equipo. Tras estrechar un sinfín de manos se despidió y se fue a casa al amanecer, para un merecido descanso.

Horas más tarde volvió para la reunión de personal. Escribió lo siguiente en la pizarra:

"La clave para ser un jefe eficaz radica en la relacion que estableces con tu equipo"

—¿Por qué ha cambiado la hora de la reunión y la ha puesto por la tarde? —preguntó Li Young Kitoko al entrar en la sala.

—Habrá pasado mala noche —susurró Ryan Fletcher con una risita—. Igual tiene resaca.

—Buen mediodía a todos —dijo el Jefe Eficaz, sin hacer caso de los comentarios—. Gracias por haberos acoplado a este cambio de última hora. Anoche hice una visita muy fructífera a los del turno de noche.

—¿En serio? —dijo Ryan, atónito—. Ningún directivo ha ido a verlos.

—Pues vosotros tendríais que ir un día de estos. Estoy seguro de que lo agradecerían —replicó el Jefe Eficaz—. A veces se nos olvida que todos estamos embarcados en lo mismo.

—A ver. ¿A qué jugamos hoy? —preguntó Larry Jensen—. Empiezo a tener hambre.

—Tranquilo, que vamos a comer —replicó el Jefe Eficaz.

—Estupendo —dijo Larry—. ¿Nos vas a llevar a algún sitio bonito?

—Lo siento, Larry, hoy no —dijo el Jefe Eficaz, sonriendo—. Voy a encargar comida para que nos la traigan aquí.

—O sea, que es un almuerzo de trabajo —rezongó Mary Weisman.

—Yo preferiría decir que se trata de una sesión de almuerzo y aprendizaje. Hay unas cuantas cosas interesantes que me gustaría revisar con vosotros.

El Jefe Eficaz expuso durante la siguiente media hora las perspectivas de la organización. Ofreció un avance del presupuesto revisado y de la previsión de ingresos, y finalmente les dio copias del último informe trimestral.

—¡Vaya! —exclamó Daniel Noonan mientras él y los del equipo hojeaban los números—. Nunca había visto uno de estos.

—Ahora comprendo por qué vamos tan mal con los créditos a cobrar —dijo Sarah Hawkins—. Mirad cuántos créditos vencidos.

—Pensad en la cantidad de dinero que está ahí muerto de risa —intervino Mo Zellinger—. No me extraña que los beneficios estén tan por debajo de los objetivos.

—La mayoría de los directores ejecutivos no presentan informes de este nivel al personal —explicó el Jefe Eficaz—. Actúan como si se tratara de información reservada. En realidad, significa todo lo contrario de trabajar en colaboración. La gente va dando palos de ciego, intentando dar en un blanco que ni siquiera puede ver.

—Sé a qué te refieres —dijo Javier Robles—. Yo soy el responsable de cubrir las vacantes, pero no me entero de cuántas personas han dejado la empresa hasta treinta días después de que hayan salido por esa puerta.

—Nuestro último jefe pensaba que éramos demasiado tontos para entender los números —añadió Denzel Fre-derick.

—Si sabes cuadrar tu propia cuenta corriente, sabes interpretar un informe de empresa —replicó el Jefe Eficaz—. El segundo valor de nuestra Mezcla Secreta se basa en compartir esta clase de datos. Fundamentalmente, la participación tipifica la reciprocidad: vosotros y yo estamos a las duras y a las maduras. Al fin y al cabo, no quiero ser el único que no pueda dormir por las noches.

Cuando llegó la comida, el Jefe Eficaz escribió lo siguiente en la pizarra:

"Quien comparte, reparte."

El grupo continuó discutiendo estas ideas durante la comida y después retiraron los platos.

—Antes de terminar este almuerzo de trabajo quisiera pediros otra cosa —dijo el Jefe Eficaz—. Como sabéis, he reservado los lunes con el único objeto de pasar con vosotros tiempo de calidad, constructivo. Lo que me gustaría hacer es reunirme con vosotros semanalmente de tú a tú, aumentando el tiempo desde quince hasta treinta minutos.

—No entiendo nada. ¿Para qué? —preguntó Mary Weisman.

—Programar reuniones de tú a tú garantiza que tendré tiempo para veros a cada uno de vosotros regularmente —contestó el Jefe Eficaz—. En otras palabras, quisiera hablar con vosotros sobre vuestras preocupaciones y ver en qué puedo ayudar. Quiero discutir vuestros planes de trabajo. Es la ocasión de que yo os escuche. Al fin y al cabo, no estoy aquí solamente para evaluar vuestro rendimiento. Quiero trabajar en colaboración con vosotros para ayudaros a ganar. Y si vosotros ganáis, yo también gano.

La aparición de la Pildora del Liderazgo desencadenó una oleada de expectación. En las salas de juntas no paraban de hablar sobre el asunto. Los empleados hacían sus especulaciones ante la máquina de café. Nadie daba crédito: ¡el liderazgo concentrado en una pildora!

«Pero ¿puede esa pildora librar al mundo de tanto je-fecillo y ejecutivo autoritario? —preguntaron muchas personas—. ¿Se puede realmente confiar en que los jefes cumplan lo que prometen?»

A su juicio, la propuesta resultaba de lo más tentadora.

Mientras que la Pildora del Liderazgo recibía un apoyo increíble, una figura muy destacada y respetada en el mundo del liderazgo organizativo —conocido, y con mucha razón, como el Jefe Eficaz por sus probadas dotes de mando en el transcurso de los años— alzó su voz pidiendo cautela.

«Si no cuentan con la combinación adecuada de elementos para el liderazgo, esa pildora hará más mal que bien», declaró el Jefe Eficaz en un programa de entrevistas.

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