viernes, 24 de abril de 2009

EL PERFECCIONAMIENTO DE LA MEZCLA

«Es una carrera hasta la meta», decían los titulares de los periódicos de todo el país cuando se anunciaron los resultados del tercer trimestre de la Competición sin Pildoras.

La prensa financiera que cubría el acontecimiento comprobó con sorpresa que el equipo del Jefe Eficaz iba a la par con el grupo de comparación en cuanto a los beneficios, pero que llevaba delantera en cuanto a moral y servicio de atención al cliente.

—Nuestros tres principios básicos van mejor que nunca —proclamó el Jefe Eficaz—. Han descendido las quejas de los clientes, y la moral y el rendimiento operativo son poco menos que excepcionales. Si bien nuestro margen de beneficios ha quedado ligeramente por debajo de lo previsto, tenemos pensado avanzar enormemente durante los últimos tres meses de la Competición sin Pildoras.

El director ejecutivo de las IPL no respondió a los periodistas cuando le preguntaron por qué pensaba que habían descendido las cifras del grupo de comparación con respecto al trimestre anterior. También se negó a pronunciarse sobre la conjetura de que mientras que la Pildora del Liderazgo daba resultados rápidos a corto plazo tal vez no resultara tan eficaz a la larga.

Quizá el hallazgo más asombroso fuera el aumento de movimiento entre los empleados del grupo de comparación. Las entrevistas realizadas por la prensa a la salida del lugar de trabajo daban a entender que el jefe no estaba dispuesto a compartir ni poder ni información con los miembros del grupo, que se sentían dependientes, subordinados, resentidos y faltos de motivación.

Las acciones de las IPL cayeron en picado al tiempo que se debilitó la confianza de los consumidores en el producto. Con la esperanza de evitar un cuarto trimestre desastroso, el jefe del grupo de comparación empezó a tomar una dosis cuádruple de la pastilla.

En medio de la confusión, el Jefe Eficaz mantenía a su grupo centrado en los tres valores de la Mezcla Secreta.

—Ha llegado el momento de correr —dijo en la reunión de personal—. Es la recta final, o sea que no os quedéis rezagados.

—¿Cuál es tu plan de ataque? —preguntó Sarah Hawkins con impaciencia.

—Voy a delegar en el equipo la responsabilidad de esa decisión —respondió el Jefe Eficaz—. Durante todo este año habéis logrado competencia y confianza a la hora de poner en funcionamiento la integridad, la colaboración y la valoración. Y ahora, durante el resto de la Competición sin Pildoras, os toca a vosotros decidir cómo va a seguir funcionando esa combinación.

—¿Y si nos sale mal? —preguntó Javier Robles.

—Un jefe muy inteligente me dijo en una ocasión que hay que fijar el objetivo y quitarse de en medio —dijo el Jefe Eficaz.

—No entiendo —dijo Javier.

—Tened confianza en vuestra capacidad para pensar por vuestra cuenta. Nunca hay que dejarse la cabeza en casa. Os estoy ofreciendo la posibilidad de cumplir el objetivo como os parezca más adecuado. Tomad una decisión y yo os apoyaré —aseguró el Jefe Eficaz mientras escribía otro mensaje en la pizarra:

Los demás empezarán a pensar por su cuenta cuando tú dejes de pensar por ellos.

Durante el primer mes del último trimestre Ryan Flet-cher y Larry Jensen se asociaron para organizar el almuerzo de agradecimiento al cliente.

—Combinando nuestras respectivas experiencias en el servicio de atención al cliente y la mercadotecnia, Larry y yo estamos estableciendo nuevos métodos para mejorar la comunicación con los consumidores al tiempo que los valoramos —explicó Ryan al resto del equipo.

—Reforzar la relación con nuestros clientes contribuye a cimentar la confianza y la colaboración recíprocas —añadió Larry.

Entretanto, Melissa Eckert terminó su programa de «ensombrecimiento» del jefe y a continuación aprovechó la experiencia en programación de Li Young Kitoko para elaborar un programa de destrezas multimedia de formación para formadores. Antes de las pruebas beta presentaron un prototipo al Jefe Eficaz.

—Hemos dado al programa el nombre que nos parece más adecuado: «Dirigir es algo más que tomar una pastilla». Y también se nos ha ocurrido un mensaje para darle un empujón al primer módulo —le dijo Melissa al Jefe Eficaz al tiempo que encendía una pantalla:

"Dirigir es un proceso que consiste en llevar a todos donde deberian estar"

A medida que fueron afianzándose la confianza y la resolución del equipo, el Jefe Eficaz empezó a consagrar la mayor parte del tiempo a garantizar que los miembros del equipo contaran con los recursos que necesitaban. Reconocía sus méritos cuando era de rigor, los alentaba a pensar por sí mismos y los instaba a que se tomaran descansos para la higiene mental cuando eran necesarios para reducir la tensión.

Además siguió atendiendo a los miembros del equipo en el proceso de entrenamiento de tú a tú y pasando tiempo en el tajo para preguntarles sobre sus ideas para mejorar. Cuando se aproximaba el final de la Competición sin Pildoras, el Jefe Eficaz tenía ya muy claro que todos y cada uno de los miembros del equipo se estaban ateniendo a los valores de la Mezcla Secreta.

—No cabe duda. Este equipo tiene un alto rendimiento —proclamó en la última reunión de personal.

Por propia iniciativa, Melissa dirigió el programa previsto para aquel día. Saltaba a la vista que había mejorado enormemente su técnica para desarrollar destrezas.

Tras los comentarios de Melissa al final de la sesión, Denzel Frederick se levantó y ofreció al Jefe Eficaz un gigantesco certificado con la leyenda «Te mereces un aplauso» firmado por todos los miembros del equipo.

—Hemos comprendido que ser embajador de la Mezcla Secreta supone reciprocidad. Esta es nuestra forma de reconocer todo lo que nos has enseñado sobre la Mezcla Secreta —dijo Denzel—. ¡Eres su mejor embajador!

Emocionado por aquel detalle, el Jefe Eficaz se despidió del equipo con un último pensamiento que escribió en la pizarra:

El mayor logro de un jefe consiste en ganarse el respeto y la confianza de su equipo.

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