El jurado independiente que presidía la Competición sin Pildoras dio una buena batida durante varias semanas entre empresas en apuros y organismos gubernamentales ineficaces. No resultó difícil encontrar organizaciones disfuncionales, a la vista de los cambios acelerados, la dura competición y los jefes mal preparados en todas las industrias.
Tras deliberar detenidamente, el jurado identificó dos empresas renqueantes, nada rentables. Los individuos con el nivel más bajo de productividad fueron seleccionados en esas empresas para ser miembros del recién creado equipo de funciones diversas dentro de cada compañía. Los dos grupos pasarían a ser los equipos de la Competición sin Pildoras.
Según el informe del jurado independiente, ambos equipos necesitaban a todas luces un liderazgo eficaz. Habían experimentado múltiples cambios de dirección durante los dos últimos años. En las evaluaciones de rendimiento, a los miembros del equipo se los califica de perezosos, indisciplinados y apáticos. Su sentido de la atención debida al cliente era mínimo, en el mejor de los casos.
«Pocos individuos de estos equipos hacen algo más que lo indispensable para salir del paso —explicaba el jurado independiente en sus conclusiones—. La mayoría se dedica a quejarse de los métodos de la dirección en lugar de responsabilizarse de su propio trabajo. Salta a la vista que piensan que tienen más posibilidades de morirse de un ataque al corazón que de ser despedidos.»
A medida que se acercaba la Competición sin Pildoras los medios de todo el país empezaron a tomar posiciones para el gran acontecimiento. Los representantes de las Industrias de la Pildora del Liderazgo, entre ellos el director ejecutivo y la jefa de relaciones públicas, no perdían comba y siempre estaban dispuestos a conceder entrevistas y a reunirse con los periodistas.
El Jefe Eficaz también accedió a una breve rueda de prensa justo en la víspera del inició de la Competición sin Pildoras. Para la ocasión se preparó un salón especial, que se llenó de periodistas dispuestos a atacar.
—¿Por qué se necesita todo un año para la Competición sin Pildoras? —preguntó Geraldine García, conocida comentarista de la radio pública.
—Se tarda tiempo en ser verdaderamente eficaz cuando diriges un equipo —respondió el Jefe Eficaz.
—Comprendo —dijo la periodista, asintiendo—. Se trata de tener suficiente tiempo para obtener resultados.
—Dirigir a las personas con eficacia supone algo más que obtener resultados —replicó el Jefe Eficaz—. Supone obtener el compromiso del equipo. Muchos jefes se centran en los resultados y se olvidan de su gente. Los machacan hasta que terminan el trabajo. Para ellos, el éxito consiste en el resultado a corto plazo del equipo. Por otra parte, la prueba de fuego del liderazgo consiste en ganarse la confianza y el respeto del equipo, mantener alta la motivación y ayudarlos a alcanzar nuevas metas. El resultado es que los miembros del equipo trabajarán juntos y sistemáticamente, incluso cuando no esté el jefe.
Los periodistas allí presentes reflexionaron sobre las palabras del Jefe Eficaz mientras leían la chapa en forma de pildora que llevaba en la solapa:
Dirigir bien no se hace solo cuando estás presente, sino también cuando no lo estás.
—Entonces, ¿lo que viene a decirnos es que en un año va a transformar un grupo de personas de bajo rendimiento a quienes no ha visto en su vida en un equipo de funciones diversas con elevada productividad y, encima, absteniéndose de tomar la Pildora del Liderazgo de principio a fin? —preguntó un corresponsal de The Worker's Digest con expresión de incredulidad.
—Exactamente —contestó el Jefe Eficaz.
—¿Y qué prueba tendremos de que no toma la pildora? —añadió el corresponsal.
—Me harán análisis de vez en cuando, sin previo aviso, naturalmente —respondió el Jefe Eficaz.
—Aparte de no tomar las pildoras, ¿cómo se evaluará en la competición el éxito o el fracaso de su equipo frente al grupo de comparación?
—Aplicaremos los tres principios básicos establecidos por el jurado independiente para evaluar la evolución de los dos equipos trimestralmente —contestó el Jefe Eficaz.
—Perdone, pero no acabo de entenderlo —dijo el periodista—. ¿En qué consisten los tres principios básicos?
—Así evaluarán los jueces los tres factores más importantes del rendimiento —explicó el Jefe Eficaz—. Los tres principios básicos reconocen que las grandes empresas son los generadores de la demanda, los proveedores de la demanda y los inversores en la creación de demanda.
—Menuda palabrería —replicó el periodista—. ¿No podría concretar más cómo piensan evaluar cada elemento de los tres principios básicos?
—Desde luego. Se estimará la generación de demanda consultando a nuestros clientes para averiguar hasta qué punto se han rebasado sus expectativas. Cuando los clientes pasan a ser auténticos hinchas, también pasan a formar parte del equipo de ventas, por el sistema del boca a boca. Les encanta alardear de lo bien que los tratas.
—Comprendo —replicó el periodista.
—El siguiente elemento de los tres principios básicos se evaluará por la moral interna y el rendimiento en el trabajo —añadió el Jefe Eficaz—. Existe un fuerte vínculo entre un equipo entusiasta, motivado, y un equipo que sistemáticamente tiene una productividad sólida.
—Esto nos lleva a lo que acaba de decir sobre los jefes eficaces, que logran compromiso y resultados de sus equipos —observó el periodista.
—Exacto. El último elemento de los tres principios básicos (la inversión en la creación de demanda) se refiere a las finanzas. Hay que ponderar los beneficios en la ecuación del rendimiento.
—Pero tanta historia sobre hinchas y entusiastas... —interrumpió un articulista de The Business Insider—. Al fin y al cabo, ¿no son las finanzas lo único importante?
—Lamento no estar de acuerdo en ese punto —dijo el Jefe Eficaz—. Permítanme que me despida con algo sobre lo que deberían reflexionar. —Sacó otra chapa en forma de pildora de un bolsillo y se la prendió en la solapa de la chaqueta, junto a la que se había puesto antes, para que todos vieran la leyenda:
"Los beneficios son los aplausos que recibes por cuidar a tus clientes y crear un entorno que motive a la gente."
Terminó la entrevista y los de la prensa se fueron cada uno por su lado. Muchos tenían sus dudas sobre las posibilidades de triunfo del Jefe Eficaz.
Antes de que acabara el día, en la calle se apostaba veinte a uno a que el Jefe Eficaz intentaría hacerse con unas cuantas pildoras antes de que acabara la competición, pero a la mañana siguiente empezó a desvelarse la verdadera historia.